Caminan juntos, cogidos de la mano, ella con un aire un poco infantil con algunos pasos dando leves saltos, el con pasos mucho más duros pero igual de inocentes.
-¿A dónde me llevas?- pregunta ella con su sonrisa abierta que deja enseñar todos sus dientes blancos.
-A la tienda de chucherías.
-Te empeñas en que continúe siendo una niña- le refunfuña con una mueca de fastidio.
-¿Y que tiene de malo eso? Me gustas cuando te comportas como una niña, cuando pones caritas cuando no sabes que hacer.
-Pero un día creceré y empezaré a odiar los días que llueve, me cabrearé por cualquier tontería y querré ser una chica formal. Seré como todo el mundo- (Intenta crecer mucho más de lo que es…*)
-Tú nunca serás como todo el mundo, no dejarás que el mundo te contagie de su seriedad y sus caras largas, tú nunca dejarás de ser quien eres.
-¿Y si un día me olvido?- Quiere crecer un poquito más.
-Te llevaré a una tienda de chucherías- Sonríe satisfecho.
-Odio cuando quieres tener la razón- (*… Pero no lo consigue.)
-Me gusta cuando me la das.
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