~SOñemos despiertOS*

~SOñemos despiertOS*

lunes, 28 de junio de 2010

Puede que sea yo.


Laura Inés es una chica normal, a sus treinta y nueve años el arte todavía corre por sus venas, pero hace ya bastante tiempo que renunció a sus sueños artísticos. Ya no quedan capillas sixtinas libres para pintores sin padrinos adinerados. Pero éste hecho, el saberse uno más del montón nunca fue para Laura Inés una decepción, porque la vida anestésica de bares y caricaturas se ocupó desde que era bien joven de prepararle para ese fatídico momento.

Laura Inés vive en una destartalada buhardilla de un destartalado barrio periférico en una gran ciudad. Los fines de semana los pasa en el parque pintando caricaturas a los despreocupados paseantes, que por algún motivo, les divierte y pagan por ver sus caras deformadas en cuatro garabatos rápidos. Los martes y los jueves, da clases de pintura a un grupo de jubilados en el local social del barrio, esto tan apenas le reporta algún beneficio económico, pero le divierte ver como el tembleque de las manos puede llegar a imitar a la perfección los trazos de algunos famosos expresionistas, y el resto del tiempo lo desperdicia en pintar trípticos horteras para un par de tiendas de marcos, venidas a pequeñas galerías de arte para el populacho.

Todo esto le da para subsistir más o menos bien y para costearse su gran vicio, la pintura. Porque para Laura Inés, las caricaturas y el cortar maderas y decorarlas con desperdicios no tiene el más mínimo valor ni aliciente artístico, lo que a ella le hace disfrutar de verdad son los auténticos retratos. El hiperrealismo humano, el fotografiar con sus pinceles y capturar la esencia misma de las personas; su mirada, su alma, su realidad e incluso su fragancia.

Por desgracia, su precaria economía no le permite costearse a modelos de carne y hueso y los voluntarios en el barrio han ido desapareciendo con el paso de los años.

Es por esto que Laura Inés comenzó un día, sin apenas darse cuenta, a imaginar sus propios modelos. Al contraluz de la gran ventana de su buhardilla, Laura Inés entrecierra los párpados y ante ella se materializan los más variados personajes, primero se forma el perfil que después se va rellenando lentamente hasta que todo el conjunto cobra vida. Es entonces cuando Laura Inés abre los ojos de nuevo y comienza, con trazos rápidos, a crear sus magníficos retratos. Con el tiempo, estos personajes son cada vez más reales para ella.

Un día, entre esencias de trementina, mientras que su pincel daba los últimos retoques al torso de aquel bello joven que posaba etéreo para ella, se le olvidó por completo la cualidad de imaginaria del modelo, y se sorprendió manteniendo una conversación con éll. No fue el hecho de charlar con un fantasma lo que le sorprendió, si no la fluidez y la complicidad de la conversación, parecía como que él contestaba exactamente lo que ella esperaba en cada pregunta.

Con el paso de los meses, estas charlas con sus modelos imaginarios se hicieron más frecuentes hasta convertirse en algo normal. Ahora, en las paredes de su cuarto se acumulaban decenas de retratos de hombres, mujeres, niños y ancianos, y de todos y cada uno conocía su pequeña historia. Algunas alegres, otras trágicas, pero todas interesantes. A algunas de aquellas personas las conocía mejor que a otras porque por algún motivo, las había pintado en varias ocasiones diferentes. Este era el caso de aquel joven tan bello, que sin duda, era su modelo favorito. Algunas veces la pintaba desnudo, otras incluso con trajes de noche, algunas veces tenía el pelo con melena y negro como lo más negro, otras, rubio y corto como los polluelos. Pero sus ojos y su sonrisa eran invariables y enigmáticos.

Él decía llamarse Paul, y fue con Paul con quien un día, al terminar de pintar el retrato, Laura Inés se sorprendió al ver que con la última pincelada dada, el modelo no desapareció como siempre había ocurrido hasta entonces.

Paul permanecía en su contraluz imponente, y lentamente, se acercó para ver su propio retrato.

-¿Así soy yo? Le preguntó divertido.

-Sí, así eres hoy. Le contestó Laura Inés, mientras que con la palma de su mano rozaba el suave rostro de Paul, comprobando su tacto suave y cálido.

-¿Quién eres en realidad? Le preguntó Laura Inés.

Paul observaba con detalle su propio retrato como el que ve por primera vez el océano. Y sin quitar la vista de la pintura, le contestó:

–Todavía no lo sé, creo que eres tú quien me tiene que decir lo que soy.

Laura Inès sabía que Paul era un producto de su imaginación. Un producto real que se podía tocar y oler, con el que se podía conversar, reír y soñar, pero un producto al fin y al cabo.

No tardó en darse cuenta de que Paul tenía las cualidades y los defectos que ella le había atribuido a la hora de pintarlo. Ese cúmulo de sensaciones, estímulos y recuerdos que ella le había transmitido a través de sus pinceles.

Al ser algo involuntario no recordaba con exactitud todo lo que había pensado durante las largas horas en las que dio vida a Paul en el lienzo. Pero mientras tomaban un café y charlaba con él, se percató de que Paul era básicamente una pequeña porción de ella. Él no era consciente de que los pocos recuerdos que poseía no eran de él, si no de ella, y a Laura Inés se le encogió el estómago al escucharlo relatar como Rhut, una jubilada que acudía a las clases de pintura, había pintado unas acuarelas geniales estando prácticamente ciega. Este era un recuerdo recurrente de Laura Inés, porque lo de Rhut le había emocionado muchísimo hacía meses, e inconscientemente era algo que solía recordar cuando pintaba, quizás por su enquistado miedo a la ceguera. Y ahora, escuchaba cariacontecida sus propios recuerdos de la boca de un joven, que sentado frente a ella, sorbía café amargo, sonreía y la miraba fijamente, con esos hermosos ojos verdes, totalmente ajeno a lo absurdo de su existencia.

Pasaron tres días, entre café, risas, abrazos... besos. Laura Inés, pese a sentir una enfermiza atracción física por Paul, sentía cierta repulsión cuando sus acercamientos iban más allá de unos cuantos besos. En cierto modo, le parecía un ser un tanto aberrante y sabía que dentro de aquella melosa belleza no había nada, porque cuando sus aceitosas pinturas lo crearon, ella no la definió de ningún modo y, por ese motivo, él solo era un cúmulo caótico de recuerdos y sensaciones sin sentido. Por este motivo, mientras Paul descansaba, con una brocha y pintura blanca, Laura Inés borró la figura de Paul de aquel cuadro y junto a los coloridos pigmentos se esfumó también su representación física.

Pero el sentirse Dios fue algo demasiado irresistible para Laura Inés, y pronto comenzó a trazar su plan. El rostro de Paul no se le borraba de la mente y decidió que le haría volver, pero esta vez lo dotaría de un pasado y de unos recuerdos nuevos, al pintarlo, sus manos plasmarían en cada pincelada el guión del hombre de sus sueños y ya de paso, tras la primera experiencia, modificaría un poco más su físico para hacerlo todavía más perfecto… quizás un par de lunares junto al ombligo, quizás unos matices dorados en sus pupilas, quizás una nariz más pequeña.

Pero para crear su gran obra, debería de practicar mucho con anticipación, porque durante las horas que tardara en pintar ese cuadro, el más mínimo descuido dejaría que sus propios recuerdos se mezclasen con los inventados para él, y de ese modo, todo se iría al traste. Necesitaría una concentración enorme para conseguirlo, y a modo de práctica, durante meses creo a decenas de personajes.

Creo decenas de bocetos de hombres y a con cada uno, su técnica iba mejorando y comenzaba a ser casi perfecto. Incluso durante unas semanas, en el barrio se le pudo ver con sus padres, algunos vecinos se sorprendieron con esto, porque creían que sus padres habían muerto hace tiempo ya. Incluso creó a sus mascotas perfectas, una par de husky que le obedecían en todo.

Tras casi dos años de pruebas, se sintió preparada para volver a crear a Paul. Descansó durante un par de días, compró un gran lienzo de la mejor calidad y preparó ante sí sus mejores pinturas y pinceles. Tomó aire y los primeros trazos comenzaron a definir a su ser soñado.

Si alguien hubiese visto a Laura Inés pintando en aquel momento, habría pensado que se encontraba en un plano sensorial distinto al del resto del mundo. Totalmente en trance, sus manos parecían bailar sobre la tela movidas por invisibles y mágicos hilos mientras que la mirada de Laura Inés se mantenía perdida en un punto inconcreto del centro del cuadro. En su interior, el guión aprendido pasaba fotograma a fotograma por su mente sin dejar ningún hueco para que se colara ningún recuerdo propio.

El nuevo Paul iba apareciendo lentamente ante de ella. Todo era perfecto, todo iba a salir como ella había imaginado… pero algo falló…

De repente notó cómo sus manos comenzaban a transparentarse ante sus ojos, lentamente, su piel estaba perdiendo las propiedades tangibles de lo físico y, mientras se esforzaba por dar las últimas pinceladas pudo ver como su cuerpo se volvía completamente translúcido. En los últimos segundos de su consciencia, tan solo alcanzó a ver cómo, levitando en el aire, un pincel daba la última pincelada a un perfecto torso.


A mil kilómetros de la destartalada buhardilla, en ese mismo instante, Marina Sánchez Piña, rompe y arruga enojada todo el trabajo de sus últimas semanas. Acaba de colgar el teléfono y su editor se ha reído literalmente de su proyecto. Quizás tenga razón este hijo de perra, piensa Marina, mientras recoge los restos de los papeles y los tira al cubo de la basura. ¿A quién coño le va a gustar un Comic sobre una pintora que crea vida con sus cuadros?…



… al contraluz de las ventanas, Paul se pregunta cómo ha ido a parar a aquel cuartucho lleno de pinturas mientras que dos huskys, ladran entre sus piernas.


Fin... o... principio?


IlusaEscritoraDelAire(*) Sonríe =] Te amo!12o9o9!

martes, 1 de junio de 2010

Dios


Fabio- Marina... ¿Dios cuando duerme?
Marina- Eh... ¿Nunca no?
Fabio- ¿Entonces por qué está cerrada la iglesia por la noche?

IlusaEscritoraDelAire(*) Sonríe=) Te amo!12o9o9

Hacerse mayor


-Cris- Pero tía, yo ahora veo a los niños de primero de e.s.o y digo, como van a tener novia por dios... y yo me vea madura
-Marina- haha has visto!..
-Cris- Y ya somos todas unas mujercitas!
-Marina- Hahaha
-Cris- Tenemos la regla y todo!

IlusaEscritoraDelAire(*) Sonríe=) Te amo!12o9o9

cera




-Marina- Kovalski se va a hacer la cera en el pene =)
-Fer- ¿Para?
-Marina- No sé... Ò.o
-Fer- Entonces... ¿Cuando lo haga sin condón como se llama?
-Marina- ¿Como? O.O
-Fer- Porque ya a pelo no podría ser

IlusaEscritoraDelAire(*) Sonríe =) Teamo